Sesenta y ocho años no es nada
Querido tío:
Sesenta y ocho años después, tu hermano -mi padre-, y la familia hemos sabido lo que te hicieron y dónde y cuando te lo hicieron.
Seguimos queriendo saber oficialmente por qué te lo hicieron.
Y queremos saber también quién dio la orden. Queremos saberlo todo.
Cuando se trata de vidas, en vuestro caso vidas ejemplares, sobran las chapuzas y los olvidos. Sobra la irresponsabilidad.
Pero han tenido que pasar sesenta y ocho años.
68 años en los que se te ha ocultado y tus restos se han hecho desaparecer.
68 años en los que se hablaba de ti con miedo y en voz baja.
68 años en los que oficialmente sigues siendo un "delincuente merecedor" de un castigo mortal.
68 años en los que ninguna institución ha tenido la decencia de informarnos donde estabas y porqué estabas ahí.
68 años en los que no has sido honrado, ni rehabilitado, ni reparado oficialmente.
68 años en los que tus verdugos han disfrutado de aquello que te quitaron a ti y a los que cayeron contigo.
68 años viendo celebrar actos, homenajes y recuerdos oficiales a todos, incluso a vuestros asesinos. A todos menos a vosotros.
68 años de vergüenza para un Estado que en ese tiempo ha escondido a sus mejores héroes.
68 años sin vuestra democracia, muy distinta de la que inventaron los herederos del genocida que acabó con vuestra vida e ilusiones, a los que tanto incomoda vuestro recuerdo.
Sesenta años no es nada, tío Tiburcio.
Sabemos lo que os hicieron y porque os lo hicieron. Que no fue un viento, ni una enfermedad... Que fue el totalitarismo nazi-fascista impune, auto-amnistiado y encubierto.
Y ya van sesenta y ocho años que no son nada, tío, que no son nada.
Que sepas tío que cuando miramos a la libertad, ahí siempre aparecéis vosotros. Gigantes. Incombustibles. Eternos...
Vuestro ejemplo es tan imprescriptible como vuestros asesinatos. Y vuestra vida tan eterna como la justicia.
Sesenta y ocho años no son nada, tío Tiburcio. Nada...
Un abrazo para Tiburcio, mi tío, otro héroe anónimo.
Sesenta y ocho años después, tu hermano -mi padre-, y la familia hemos sabido lo que te hicieron y dónde y cuando te lo hicieron.
Seguimos queriendo saber oficialmente por qué te lo hicieron.
Y queremos saber también quién dio la orden. Queremos saberlo todo.
Cuando se trata de vidas, en vuestro caso vidas ejemplares, sobran las chapuzas y los olvidos. Sobra la irresponsabilidad.
Pero han tenido que pasar sesenta y ocho años.
68 años en los que se te ha ocultado y tus restos se han hecho desaparecer.
68 años en los que se hablaba de ti con miedo y en voz baja.
68 años en los que oficialmente sigues siendo un "delincuente merecedor" de un castigo mortal.
68 años en los que ninguna institución ha tenido la decencia de informarnos donde estabas y porqué estabas ahí.
68 años en los que no has sido honrado, ni rehabilitado, ni reparado oficialmente.
68 años en los que tus verdugos han disfrutado de aquello que te quitaron a ti y a los que cayeron contigo.
68 años viendo celebrar actos, homenajes y recuerdos oficiales a todos, incluso a vuestros asesinos. A todos menos a vosotros.
68 años de vergüenza para un Estado que en ese tiempo ha escondido a sus mejores héroes.
68 años sin vuestra democracia, muy distinta de la que inventaron los herederos del genocida que acabó con vuestra vida e ilusiones, a los que tanto incomoda vuestro recuerdo.
Sesenta años no es nada, tío Tiburcio.
Sabemos lo que os hicieron y porque os lo hicieron. Que no fue un viento, ni una enfermedad... Que fue el totalitarismo nazi-fascista impune, auto-amnistiado y encubierto.
Y ya van sesenta y ocho años que no son nada, tío, que no son nada.
Que sepas tío que cuando miramos a la libertad, ahí siempre aparecéis vosotros. Gigantes. Incombustibles. Eternos...
Vuestro ejemplo es tan imprescriptible como vuestros asesinatos. Y vuestra vida tan eterna como la justicia.
Sesenta y ocho años no son nada, tío Tiburcio. Nada...
Un abrazo para Tiburcio, mi tío, otro héroe anónimo.
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