A Francisco Blázquez Hernández
No te pude conocer, no nos
dejaron, pero no sabes lo orgullosa que estoy de ti, de ser parte de tu familia
y de tu sangre, hermano de mi querido abuelo Lorenzo.
Qué pena no haber podido hablar
apenas con él sobre ti, no sé realmente si llegó a saber lo que pasaste una vez
que te llevaron. Supongo que no era fácil preguntar entonces y que el dolor no
le dejó contarnos más, ese dolor profundo, enterrado bajo capas de miedo y
sellado por ese muro de silencio que solo podéis entender quienes vivisteis esa
maldita dictadura. Ese silencio nos ha impedido conocer mejor tu historia,
vuestra historia. Pero quiero que sepas lo mucho que te quería, que tu nombre
sigue presente en su hijo mayor a quien bautizó en tu recuerdo, y que parte de
sus últimos pensamientos fueron para ti, “mi pobre hermano, me lo han matado”
nos decía, y también para vuestra madre por todo lo que ella sufrió. Quiero
también que sepas que ella intentó despedirse de ti, intentó que pudieras ver a
tu padre enfermo, pero no la dejaron.
Fue duro leer tu sumario, plagado
de mentiras e injusticias, como leer un libro que quieres que acabe bien aunque
ya sabes que al final ganan los malos.
Quizás te tengo idealizado, o
quizás no y fueras tal y como te imagino, tan valiente y decidido como para
luchar por defender nuestra libertad, pero tan honesto y bueno como para volver
a tu pueblo, con la inocencia y tranquilidad que solo pueden tener quienes
tienen su conciencia tranquila porque saben que han hecho lo correcto.
Me dijeron que tu hermana Inés te
avisó de que no volvieras, sin poderte llamar hermano para que no te
descubrieran. Ella sabía que iban a ir a por ti, pero regresaste porque pensabas
que quien es inocente nada tiene que temer, pero siento decirte que te
equivocaste, que los inocentes fueron quienes más temieron y más perdieron. Pobrecita
ella también, cuanto sufrió y las cosas que tuvo que pasar. Guardo como un
tesoro en mi memoria todo lo que me contó, la historia que nunca debió vivirse
contada por quien la vivió.
También siento decirte que muchas
cosas siguen igual, algunos de ellos están todavía aquí y muchos otros les
defienden, pero quiero pensar que tu lucha, tu injusta condena y tu muerte no
fueron en vano; prefiero creer que en cada paso que avanzamos, en cada pequeña
batalla que ganamos, hay una parte de ti y de todas las personas que te
acompañaron en aquella dolorosa derrota.
Quiero despedirme diciéndote
gracias, gracias porque para mí eres historia y referente; historia que no nos
han querido contar quienes debían hacerlo y referente de los que tanto cuesta
encontrar hoy. Gracias por defender nuestro pueblo, nuestro barranco y nuestro
Puerto del Pico, que siempre fue especial, pero que desde que conozco tu
historia lo es aún más.
Esta carta la escribo yo, pero
lleva una parte de cada una de las personas de mi familia, que también es la
tuya.
Siempre en la historia y en
nuestra memoria.
Esther a Francisco Blázquez
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