Siempre he sabido de ti
Querido Fidel.
Sé que no soy yo exactamente quien debiera escribirte. Eres hermano de mi abuelo, tienes nietos cuyas palabras seguramente te harían más ilusión que las mías. Yo soy nieta de tu hermano, no soy tu nieta, pero, por mi parte, como si lo fuera....Quizás los lazos de sangre merman en importancia al lado de otros lazos que me han unido a tí y a tu recuerdo, me refiero a los lazos de las ideas y de los compromisos profundos.
Siempre he sabido de tí; desde que era niña he mirado tu foto al lado de mi abuelo y de vuestro hermano Antonio. Yo preguntaba a mi madre por tí, y ella compartía conmigo los pocos datos que tenía. Me decía que eras muy culto, inteligente y una gran persona, pero que "por malas compañías" te mataron en la guerra. Ese recuerdo oscuro y nebuloso que me quedó de tí en mi niñez ahora se ha despejado, y ahora entiendo lo que viviste, cómo lo viviste y por qué lo viviste. Ahora lo entiendo todo con nitidez, y sé quién eras realmente; de hecho, pienso como tú y te admiro por haber luchado por tus ideales, que sé que eran, como los míos, la defensa de los derechos humanos de la democracia y de la libertad.
Sé que tu familia no te entendía, no compartía tus ideas ni tus compromisos, pero también sé que te respetaban y que te querían. Ahora sé de tí incluso quizás más que llegaron a saber ellos. Hace poco pude hacerme con un libro que escribió un amigo y compañero tuyo (el periodista Eduardo de Guzmán) en el que habla de las torturas que sufriste antes de morir. ¡¡Cuánta injusticia, cuánta indecencia, cuánta inmundicia tras el dolor que sufristeis todos los que os posicionásteis contra el fascismo y la barbarie!!.
Casi setenta años después de tu muerte quiero decirte que ya pasó todo, que los que creyeron ganar no ganaron realmente y nunca ganarán, porque, como dijo Unamuno : "venceréis, pero no convenceréis". Los que ganaron entonces, lo hicieron con la fuerza de las armas, de la mentira y de la vil represión, nunca con la razón ni la verdad. Su victoria fué ficticia, una siniestra pesadilla que tarde o temprano tendría que acabar, y que acabó.
Mataron tu cuerpo, vuestros cuerpos, pero no pudieron matar las ideas que defendíais. Os mataron porque no pudieron convertiros en "garrulos" que levantarais el brazo ante el totalitarismo ni ante la irracionalidad, porque queríais una España moderna, laica, justa y en la que la libertad no dejara cabida a la tiranía. Os mataron porque no entendían, porque no sabían, porque no servían para imaginar un país libre del caciquismo medieval, ni del analfabetismo ideológico e intelectual, ni del pensamiento opresor y único.
Quiero que sepas que me siento orgullosa de ti, de quién eras, de qué eras y de cómo eras. En realidad, todos los españoles que sabemos lo que realmente ocurrió nos sentimos muy orgullosos de todos vosotros, de todos los que disteis la cara y la vida por las libertades, por la justicia, por la razón; y quiero que sepas que, gracias a vosotros, cuarenta años después de la sinrazón, llegó la democracia y la posibilidad de que este país pudiera trascender la miseria ideológica que le dominó, pero que no le sometió del todo; porque la verdad se puede disfrazar, se puede amordazar, pero nunca se puede exterminar.
Recordar a alguien es, de algún modo, darle vida. Lo que se recuerda pervive. En ese sentido, tú y tus compañeros de lucha, los hombres progresistas, liberales, republicanos, demócratas, libertarios víctimas del franquismo..., viviréis siempre, porque vuestro recuerdo nunca se podrá borrar. Vuestra memoria ya es parte de la historia de este país, de la historia más sublime. A pesar de cuarenta años del más infame silencio, vuestros nombres siempre estarán escritos, con letras de amor, gratitud y reconocimiento, en la memoria colectiva de esta España que la mayoría queremos, de la España decente, tolerante y justa; de la España de Machado, de Lorca, de Miguel Hernández, de la España de Galdós, de Cervantes, de Severo Ochoa, de Alberti, de Clara Campoamor, de Calderón, de Celaya, de Fernando de Rojas, de Cernuda, de Larra, de Picasso...., de tantos y tantos otros..; de la España vuestra, de la España nuestra, de la de casi todos....De la España de la buena gente, de la gente que no lo quiere todo, que quiere compartir, que busca la hermandad, que no quiere miserias, ni sometidos, ni carencias, ni injusticias; de la España que de verdad merece la pena, de la España que rezuma decencia, dignidad y libertad.
Y, en cuanto a mí, te aseguro que el conocer tu historia, tu compromiso y tu dolor final, ya forma parte también de los resortes de mi propia historia. Te aseguro que ya formas parte de mi universo personal; te aseguro que, desde el pasado, has influido en mi persona y en mi manera de mirar el mundo. Y, al igual que conservo tu foto junto a mi abuelo, te aseguro que, como a él, te llevo, para siempre, con un inmenso cariño en mi corazón.
C.B.L. a Fidel Losa
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