Allí donde te encuentres
Querido Tío Basilio, allí donde te encuentres:
Ha transcurrido la friolera de setenta años desde que recibimos las últimas noticias sobre tu persona. No te hemos olvidado. Imposible porque lo que tenemos hoy en día se debe en parte a la sangre derramada por ti y por otros tantos valientes que entregaron su vida luchando por la libertad y el orden legítimamente establecido. No fue baldío tamaño esfuerzo, no. Los que hemos nacido posteriormente debemos sentirnos afortunados de haber vivido en una sociedad más justa y tolerante que aquella que te engulló a tí y a tantos españoles de bien. Y desde esta sociedad tan imperfecta debemos agradecer y honrar la memoria de los que en su juventud fueron aniquilados por las garras de la intransigencia e intolerancia en nombre de nosesabe que Dios o Razón. Años en blanco y negro que sucedieron a tu desaparición en los que, para sofocar la lucha por la libertad, fueron represaliados tantos y tantos que te acompañaron en el postrer viaje. Orgulloso estarías, eso sí, de contemplar como evolucionaron los acontecimientos. Sí, más tarde que pronto, aquél que se convirtió en paladín de la moral y, fruto de la osadía entraba bajo palio, decidió irse con la música ( por supuesto, militar) a otra parte, dejando en paz a varias generaciones a las que, afortunadamente, no pudo doblegar. Y, querido tío abuelo, se hizo la luz. Un país rebosante de ilusión, con ganas de romper con ese miserable pasado que nos reservó la historia aquél trágico 18 de julio del año 36 en que mandó a galeras a toda una generación y pasó a cuchillo a muchos como tú. Pero no quiero caer en el pesimismo. Todo lo contrario. A pesar de los duros días que vivimos, esto es un paraíso comparado con lo que te tocó experimentar. ¿Qué decirte de la familia? Aquí quedaron tu esposa e hijo Basilio y, entre otras, tu hermana Eugenia. Y bien que te tuvieron presente cada día de su vida. Todo lo que te estoy contando ya habrás tenido ocasión de compartirlo con aquellos que marcharon a ese viaje sin retorno con los que, a buen seguro, te habrás encontrado. y te habrán puesto al corriente del periplo vital de todos y cada uno de los componentes de la familia. Me quiero imaginar que, mientras que el dolor invadía nuestros corazones a medida que se marchaban para siempre de nuestro lado, para tí era motivo de algarabía, volver a reencontrarte con tus seres más queridos; mis ancestros y yo te escribimos esta pequeña misiva para recordarte, para que sepas que tu memoria será imperecedera por los tiempos de los tiempos, como recuerdo vivo de aquello que no tiene que volver a repetirse, porque, como dicen los sabios, hay que aprender de la historia para que sucesos tan execrables como el que te robó lo más valioso que tiene un ser humano no se vuelva a reproducir, porque en definitiva, tu historia hace bueno el principio de Hobbes de ser el hombre un lobo para el hombre, por qué, por qué.......................
Por siempre .
Ha transcurrido la friolera de setenta años desde que recibimos las últimas noticias sobre tu persona. No te hemos olvidado. Imposible porque lo que tenemos hoy en día se debe en parte a la sangre derramada por ti y por otros tantos valientes que entregaron su vida luchando por la libertad y el orden legítimamente establecido. No fue baldío tamaño esfuerzo, no. Los que hemos nacido posteriormente debemos sentirnos afortunados de haber vivido en una sociedad más justa y tolerante que aquella que te engulló a tí y a tantos españoles de bien. Y desde esta sociedad tan imperfecta debemos agradecer y honrar la memoria de los que en su juventud fueron aniquilados por las garras de la intransigencia e intolerancia en nombre de nosesabe que Dios o Razón. Años en blanco y negro que sucedieron a tu desaparición en los que, para sofocar la lucha por la libertad, fueron represaliados tantos y tantos que te acompañaron en el postrer viaje. Orgulloso estarías, eso sí, de contemplar como evolucionaron los acontecimientos. Sí, más tarde que pronto, aquél que se convirtió en paladín de la moral y, fruto de la osadía entraba bajo palio, decidió irse con la música ( por supuesto, militar) a otra parte, dejando en paz a varias generaciones a las que, afortunadamente, no pudo doblegar. Y, querido tío abuelo, se hizo la luz. Un país rebosante de ilusión, con ganas de romper con ese miserable pasado que nos reservó la historia aquél trágico 18 de julio del año 36 en que mandó a galeras a toda una generación y pasó a cuchillo a muchos como tú. Pero no quiero caer en el pesimismo. Todo lo contrario. A pesar de los duros días que vivimos, esto es un paraíso comparado con lo que te tocó experimentar. ¿Qué decirte de la familia? Aquí quedaron tu esposa e hijo Basilio y, entre otras, tu hermana Eugenia. Y bien que te tuvieron presente cada día de su vida. Todo lo que te estoy contando ya habrás tenido ocasión de compartirlo con aquellos que marcharon a ese viaje sin retorno con los que, a buen seguro, te habrás encontrado. y te habrán puesto al corriente del periplo vital de todos y cada uno de los componentes de la familia. Me quiero imaginar que, mientras que el dolor invadía nuestros corazones a medida que se marchaban para siempre de nuestro lado, para tí era motivo de algarabía, volver a reencontrarte con tus seres más queridos; mis ancestros y yo te escribimos esta pequeña misiva para recordarte, para que sepas que tu memoria será imperecedera por los tiempos de los tiempos, como recuerdo vivo de aquello que no tiene que volver a repetirse, porque, como dicen los sabios, hay que aprender de la historia para que sucesos tan execrables como el que te robó lo más valioso que tiene un ser humano no se vuelva a reproducir, porque en definitiva, tu historia hace bueno el principio de Hobbes de ser el hombre un lobo para el hombre, por qué, por qué.......................
Por siempre .
Luis Llanes Garrido a Basilio López
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