Querido papá:
Hoy se cumplen 74 años de tu alevosa muerte, junto a las tapias del Cementerio del Este, en Madrid. Como en tantas otras ocasiones, en aquel 8 de julio de 1939, y como tuve ocasión de leer en un bellísimo verso de Miguel Hernández, "temprano madrugó la madrugada".
Sí. En la madrugada de ese 8 de julio, fuiste abatido por un pelotón de fusilamiento, repitiéndose aquí, -estoy seguro- lo que con tanto dolor escribiera don Antonio Machado, al referirse al fusilamiento del poeta García Lorca: “el pelotón de verdugos no osó mirarle a la cara". Si te hubieran mirado a la cara, papá, habrían comprobado que era posible, conforme también dijo Machado, mostrar serenidad incluso "con plomo en las entrañas".
Cuando tu sangre se derramó, el terrizo suelo donde se levantaban las tapias del cementerio no había llegado aún a absorber la sangre derramada por quienes como tú, en los días anteriores habían sido fusilados. Por eso tu sangre se mezcló con la de aquellos y todas, en los días siguientes, se mezclarían con las de otros muchos fusilados. Y es que, la orgía del injusto derramamiento de sangre, duró mucho tiempo. Demasiado tiempo. Pero al menos sirvió para que el lugar no cayera, definitivamente, en el olvido. Muchos familiares lo han visitado (yo he estado allí) y lo seguirán visitando; unos rezando, otros guardando un estruendoso silencio y todos, todos, recordando con emoción y dolor, vuestro sufrimiento.
Sí. Fue en la madrugada del día 8 de julio de 1939, cuando, sin ningún derecho, sin ninguna legitimidad, te daban muerte, conforme se acordaba en sentencia fechada el día 26 de mayo de 1939, en la que incluso sin respetar las más elementales normas jurídicas, (ni en el fondo, ni por la forma), te declaraba reo por la "comisión de un delito de adhesión a la rebelión militar... " conforme estaba decidido de antemano, aun cuando en el simulacro de juicio celebrado en el mismo día y para el que se fijó su celebración el día 25, es decir, el anterior al de la firma de la sentencia. En el "juicio" se siguió a rajatabla y como en otros tantos casos, el guión y modelo preestablecidos para esta clase de juicios.
Pero hubo una excepción: quien ejercía el papel de defensor, pidió al tribunal de forma expresa tu absolución, no siguiendo al respecto el guión y modelo preestablecido, según el cual y casi sin excepción, el abogado de la defensa se limitaba a confiar la suerte de los acusados "a la Justicia del Tribunal". Si a otras muchas cosas, se suma la postura final del abogado de la defensa, aquello de que te condenaron sin ningún derecho, sin ninguna legitimidad, resulta inapelable.
Te dieron muerte, sí. Pero no les pareció suficiente. Como en otros tantos casos, a tu muerte le precedió la tortura. En tu caso, y a 1a connatural ruindad del torturador, se unió al “'acicate" de cumplir bien y fielmente la expresa orden recibida. Y es, papá, que, en efecto, mediante escrito fechado en Burgos, el día 14 de junio de 1939 Y firmado por EL ASESOR DEL CUARTEL GENERAL, se decía, entre otras cosas, la siguiente: "(. . .) si bien, antes de darse efectividad a la pena (de muerte) impuesta, deberá procurarse obtener del condenado, declare é informe sobre cuántos extremos conozca ... "
Mamá (hoy ya contigo y con tu otro hijo, mi hermano Ramón) te vio antes del día 8 de julio. iCuánto te quiso y cuánto sufrió! iElla nos hablaba de ti, claro, pero nunca nos contó nada de lo que te había pasado -quizás, equívocamente, para protegernos- No lo sé.
Un día, siendo yo muy pequeño, oí como, en voz muy baja, con lágrimas en los ojos, le decía a otra enlutada mujer - mamá llevó luto por ti durante toda su vida - : "Perdono a los que le fusilaron, pero no a quien le torturó".
Te diría - os diría a los tres - muchas cosas más, pero no me es fácil. Quizá una cosa más: se dice, desde antiguo, que "justicia es la voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo suyo”. Pues bien: está más cerca que lejos, que a ti y a tantos miles de españoles como tú injusta e ilegítimamente condenados, la sociedad entera os de lo que es vuestro: reconocimiento, respeto, reparación. Yo, como tus cuatro nietos y tus cinco biznietos nos conformarnos con el general reconocimiento y respeto.
Con un abrazo para vosotros y hasta pronto.
Alfonso Ramírez a Alfonso Ramírez
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